lunes, 12 de diciembre de 2011

office space

Ayer fue jodido, hoy me costó levantarme de la cama. Son las seis de la tarde y estoy avergonzadamente feliz. Me cuesta aceptar que sea el trabajo el que me alegre el día. Intento racionalizarlo, es puro orgullo de sentirme el más listo del patio, son las risas con los compañeros.
Pero lo cierto es que hoy hasta he usado el retrete de la oficina y no me ha emocionado robarle 20 min a la empresa, fue más por costumbre que otra cosa.

No puede ser, con el sueldo de mierda que me pagan, las mil fotocopias que tengo que hacer, el corporativismo, las batallas por los ascensos... No puede gustarme y espero que no sea pura adaptación para la supervivencia. En mi vida me he adaptado y espero no empezar ahora. Será que no me quedan fuerzas para rebelarme, y que siguiendo con la tendencia mundial mi cuerpo se ha puesto en posición de eficiencia energética, consiguiendo Julios de energía a través de la ilusión por un trabajo bien hecho.

De momento sigo robando bolis.

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